Para los niños en las etapas de pubertad o adolescencia, el divorcio de sus padres va a suponer un punto de inflexión en sus vidas, independientemente de si se produjo hace años o está sucediendo ahora mismo. Hoy en día, casi la mayoría de los matrimonios terminan divorciándose. Puede parecer duro, pero es posible superar un divorcio y llevar una vida familiar feliz a pesar de los cambios que este trae consigo. Después de todo, las parejas se divorcian una de la otra, no de sus hijos.
La pregunta mas frecuente de los adolescentes en esta situación es ¿Por qué se van a divorciar mis padres?
Existen muchos motivos por los que los padres se divorcian. Puede ser por problemas serios como el alcoholismo o los malos tratos, pero a menudo las parejas se divorcian porque ya no pueden vivir juntas en armonía. Es posible que uno de los cónyuges haya cambiado de alguna forma y el otro no pueda o no quiera adaptarse. Algunas parejas, sencillamente, se han ido distanciando con el tiempo. Otras descubren que ya no se quieren como se querían.
Es habitual que los adolescentes piensen que el divorcio de sus padres es en cierto modo por su culpa, pero no hay nada más lejos de la realidad. Algunos adolescentes se preguntan si podrían haber ayudado a evitar la ruptura. Otros desearían haber podido evitar discusiones colaborando más con su familia. Pero la separación y el divorcio son el resultado de los problemas que surgen en la pareja, no de los problemas que los padres tienen con los hijos. Las decisiones que toman los adultos sobre el divorcio son solamente suyas.
Es posible que, si los se están divorciando se experimenten una variedad de sentimientos y que las emociones cambien con frecuencia. Es posible estar enfadado, decepcionado o triste. Es posible que el hijo en cuestión se sienta protector hacia uno de los progenitores o que culpe a uno de ellos de la situación. Tal vez se sienta abandonado, preocupado, culpable o tenga miedo. También se puede sentirte aliviado. Estos sentimientos son normales, y le puede ayudar hablar ello con un adulto o un amigo de confianza.
Luego aparecen los temores y se preguntan: ¿Cómo cambiará mi vida tras el divorcio?
No hay duda de que el divorcio afectará a la vida diaria. Dependiendo de la situación particular, es posible que tenga que adaptarse a muchos cambios. Por ejemplo, es posible que tenga que cambiar de ciudad y de centro de estudios, que pasar tiempo con tus padres por separado y hacer frente a los sentimientos desagradables de uno de tus padres hacia el otro.
La situación económica de los padres también puede verse afectada. Es posible que un progenitor que no trabajaba mientras estaba casado tenga que buscar trabajo para poder pagar el alquiler o la hipoteca. El divorcio trae consigo gastos como: honorarios de los abogados hasta el costo del traslado a una nueva casa. Es posible que una familia en esta situación no pueda permitirse todas las cosas a las que estabas acostumbrado antes del divorcio.
Algunos adolescentes tienen que viajar entre los lugares de residencia de sus padres, y eso puede plantearles algunos problemas, tanto desde el punto de vista social como desde el estrictamente práctico. Tal vez te resulte complicado al principio pero, con el tiempo, pasara a ser una rutina que funcionará.
¿Qué pueden hacer los padres y los adolescentes para que el divorcio resulte más llevadero?
Intentar que reine la paz. Hacer frente a un divorcio resulta más fácil si los padres se llevan bien. Es especialmente duro para los adolescentes ver que sus padres discuten y se pelean continuamente o actúan con resentimiento entre sí. Ante esta situación el hijo debe pedirle a sus padres que hagan lo posible por dar una tregua a las peleas y a las cosas desagradables que dicen el uno sobre el otro. Independientemente de los problemas a los que se haya tenido que enfrentar una pareja, en calidad de padres, deben enfocar la cuestión de las visitas de forma pacífica para minimizar el estrés que puedan experimentar sus hijos.
Ser justos. La mayoría de los adolescentes dicen que es importante que los padres no intenten que los hijos tomen partido. Por lo tanto este adolescente aproblemado debe sentirse libre para relacionarse con cualquiera de sus progenitores sin que el otro se sienta celoso o herido, o se ponga furioso. No es justo para nadie creer que porque se relaciona con uno de sus progenitores este traicionando al otro, o que la felicidad de uno de tus progenitores depende de ti.
Cuando a los padres les cuesta dejar de lado el resentimiento o el enfado, o si están deprimidos por los cambios que va a comportar el divorcio, pueden pedir ayuda a un psicólogo o terapeuta especializado en trabajar con personas que se están divorciando. Esto puede ayudarles a superar la tristeza del divorcio, a encontrar la felicidad personal y a aliviar el peso que puede recaer sobre los hijos.